martes, 6 de mayo de 2008

Con la mano entre las piernas, cuando voy montando en bici (Gran Wyoming)


En estas fechas aproximadamente se cumple un año desde que el Ayuntamiento de la Gran Ciudad del Río, tuvo la osadía (eso sí aprovechando la cercanía de las elecciones municipales) de gastarse una pasta en hacer por todo le casco urbano de la ciudad la friolera de 72 kilómetros de carriles bici. Inmediatamente surgieron las voces indignadas de la oposición y de todos sus corifeos, augurando el desastre de dicha medida, así como la sospecha inclinación a tratarnos como a chinos (por eso de andar en bici) y que lo siguiente sería hacernos “comunistas” (ya salieron los rojos). Por si fuera poco, encima siguieron en el gobierno después de las elecciones y no contentos con lo del carril bici, adjudicaron a la empresa francesa JC Decaux la instalación y explotación de 250 estaciones con 2.500 bicicletas de alquiler repartidas por toda la ciudad. Ésto ya era la gota que colmaba el vaso. Los ciudadanos de pro se lanzaron a la cruzada anti-bici, encabezados por un señor que publicaba cosas como ésta:

Salvo poetas y gentes de mal vivir como Juan Lafita, en Sevilla iba en bicicleta el que no tenía dinero ni para comprarse en Artemán un motorcito, adaptárselo, y convertirla en Mosquito. La bicicleta como medio de transporte es de aquella Sevilla tiesa y canina, hacinada en los corrales, neorrealista sin Vittorio de Sica. Una Sevilla en blanco y negro que llevaba en el transportín amarrado con guitas el cesto de tomiza con el almuerzo para el andamio. En bicicleta iban los albañiles que construyeron los primeros pisos de la Diputación en Los Remedios, los que alzaron El Tardón o La Barzola. A mí, por mucho que el alcalde se pasee en bicicleta a la sueca, a la holandesa, la bicicleta me suena a la Sevilla del hambre. Como el tranvía me suena a una triste Sevilla de trajes vueltos y mantones negros.

El 24 de Julio de 2007 se inauguraban las primeras 30 estaciones y 300 bicicletas. La ciudad inmovilista (que no tradicionalista) auguraba un negro fracaso del”rojerío” ciclista.

Hoy 6 de mayo de 2008, las estaciones son 200 y las bicicletas son 2.000 y a final de año llegarán a 2.500. La empresa adjudicataria que preveía entrar en beneficios de explotación en seis años, lo ha hecho en menos de uno. Los carriles bici se van a ampliar en 50 kms en los barrios y extrarradio. La ciudad, lejos de ser casposa y en blanco y negro, se une a otras como París, con 1.451 estaciones y 20.600 bicicletas y Lyon, 5.000 bicicletas. Se ha llegado a la tan mentada “masa crítica”.

Sería muy de agradecer que los agoreros apocalípticos pronosticasen también el fracaso de las políticas de empleo, el descontrol del precio de las viviendas y el imparable aumento del IPC.

Saldríamos todos ganando.

No hay comentarios: